Broma + venganza = cachondeo

Por el colegio Luis Braille de Sevilla han pasado muchísimos alumnos por sus paredes y en ellas se esconden infinidades de historias, hoy voy a contar una de esas cosas graciosas que se recuerdan toda la vida, sobre todo los implicados en el tema…

Yo antes practicaba mucho deporte, esto sucedió en un entrenamiento en el pabellón San Pablo mientras entrenaba atletismo. Un día normal como cualquier otro, nada que perturbara el buen ambiente que se respiraba allí, en las pistas de atletismo, en la salida del trescientos, lugar de reunión del grupo donde dejábamos los bártulos, hacíamos los ejercicios de estiramientos y técnicos. Nos encontrábamos los mismos de siempre, también algunos chavales más pequeños, yo la verdad que no les prestaba mucha atención a los segundos ya que mi entrenamiento era muy solitario, porque era el único que hacía 800m lisos. El calentamiento, los estiramientos y la técnica si lo solía hacer acompañado pero por los de mi edad, bueno después de poneros un poco en situación ya puedo contar lo gracioso de esto. Cuando yo volvía de hacer carrera continua, Antonio un entrenador y guía, les estaba soltando una buena bronca a los chavales que estaban sentados en el suelo aguantando el chaparrón que les estaba cayendo encima por algo que no me acuerdo, abrían hecho los chicos. Antonio estaba muy enfadado, muy metido en el discurso que le estaba soltando a los niños, imponiendo su mandato como entrenador y haciéndoles entender que lo que avían echo estaba mal. Mientras que observaba el echo, cogí una botella de agua de litro y medio para beber e hidratarme después del esfuerzo, no sé que se me cruzo por la cabeza pero cuando estaba pasando por detrás de Antonio levante la botella por encima de su cabeza y comenzó a caerle agua por encima, en mitad de su discurso. Todo el mundo empezó a reírse, Antonio se enfado con migo pero no me echó ninguna bronca, solo me explicó que la broma no estaba mal pero si estaba mal el momento de hacerla ya que estaba riñendo a los crios y en aquel momento perdió toda autoridad… Me dijo que ya me enteraría y me entere.

Pasado un tiempo el no lo avía olvidado, yo la verdad es que si me acordaba de lo que paso pero no me acordaba de que me dijo que ya me enteraría. Aprovecho mi despiste y cuando yo estaba aciendo algunas series con las zapatillas de clavos puestas, él cogió un bocadillo de chorizo, le saco las lonchas y con los deportes de diario, con los deportes que normalmente llevaba todos los días, les metió las lonchas debajo de las plantillas para que al cabo del tiempo eso empezara a apestar y tuviese que tirar las zapatillas… La verdad es que me la dio bien, pero no se salio con la suya ya que un amigo mío me lo contó nada mas llegar al colegio, lo cual se lo agradeceré siempre ya que no tuve que tirar los deportes, ni tuve que aguantar el olor y Antonio no se salió con la suya…